dimecres, 18 de maig del 2016

Saliendo de Mongolia



Salí del pueblo chamuscado encomendándome a todos los demonios habidos y por haber. Solo tenía pensamientos de venganza y odio dirigidos hacia aquella gente para los que yo sobraba y especialmente para la pareja que transportaba a Jordi y a su moto por no haber hecho nada para solucionarlo.
Anochecía. Si las calles del pueblo eran de arena, la pista que tomé dirección hacia la nada era un auténtico arenal. Intenté situarme sobre el track marcado en mi gps pero sólo conseguí rodar paralelo a él a unos cientos de metros.
En pocos minutos me encontré en medio de ninguna parte, a oscuras, medio bloqueado por la arena, muy cansado físicamente después de un día entero de rodar sobre pistas y sobretodo, MUY CABREADO.
La dificultad de rodar sobre superficies complicadas se multiplica si además no ves dónde pisas y los faros auxiliares led que tan bien habían ido hasta el momento y que tendrán un papel protagonista más adelante, se empecinaron a calentarse en exceso y su sistema de seguridad anticalentamiento hizo bajar el rendimiento de la única ayuda que tenía para salir de ahí, convirtiéndose en dos lucecitas que apenas alumbraban.
Clavado en la arena, remando con las piernas, fui avanzando lentamente sufriendo por el excesivo uso del embrague.
A lo lejos vi las luces traseras de algún vehículo. Parecía parado en mi camino a varios cientos de metros. Tampoco tenía demasiadas ganas de encontrarme a nadie, a oscuras, en medio de la nada y con serios problemas para circular prefería estar solo, por si acaso.
Me fui acercando hasta que llegué a pocos metros para comprobar ante mi sorpresa que era la furgotaxi de Jordi!! Me esperaban Jordi y el conductor de pie al lado de la furgo. Tuve un ataque de ira en contra del mongol pero Jordi rápidamente me explicó lo sucedido y que no tenían la culpa de que me hubiera tenido que ir, al contrario, ellos también se fueron ante la trifulca y estuvieron buscándome.
Aún hoy no sabemos qué és lo que paso en aquel supermercado y con aquella gente, que en principio nos tenían que acoger una noche pero que acabó como el Rosario de la Aurora. Jordi me explicó que cuando yo me fui, subió el tono de la discusión hasta que nuestros chóferes decidieron irse y acabaron salieron a gritos de ahí.
Seguí la furgo varios kilómetros hasta que salimos de la pista principal y paramos en medio de un prado. Ni ellos se vieron capaces de llegar hasta donde me habían enviado mi para dormir a cubierto. Me hicieron aparcar la moto justo a tocar el morro de la furgo, íbamos a dormir allí mismo.  Me cedieron el asiento del conductor, Jordi durmió en el asiento del copiloto y la pareja se acomodó como pudo en la parte de atrás entre bolsas, cascos, paquetes y la moto. Habia sido un día duro con un final para acordarse mucho tiempo. A través del cristal disfrutamos del espectacular cielo estrellado y entre ronquidos y resoplidos caímos todos rendidos.
Por la mañana justo clareaba cuando nos despertamos. Teníamos compañía. Habia parado a nuestro lado otra furgo muy parecida y sus ocupantes paseaban y observaban curiosos la BMW.

 

Era el hijo de la pareja que llevaban a Jordi. También era taxista y curiosamente nos habia encontrado allí. Salimos y nos presentaron. Parecía que ya sabían de lo sucedido. Mientras recogíamos para emprender la marcha, una garrafa de leche de camella que transportaban dentro de la furgo se abrió y Jordi tendrá el olor a agrio en su casco para siempre porque casi toda le fue a parar dentro del casco. La leche que quedó se la bebieron churrupando los vasos con delirio. Me ofrecieron un vaso y como nunca digo que no a estas pruebas me tuve que beber como pude el yogurt lechoso agrio de camella. Demasiado fuerte para mi gusto y temí de una reacción explosiva en mi estómago que aborté con sobredosis de Fortasec.
Junto con la moto, trasportaban paquetería varia. Más tarde nos daríamos cuenta que también trasportaban una especie de tacos de grasa animal de los que todavía hoy Jordi encuentra restos pegados en la moto.
Circulábamos sobre el track de mi así que aunque íbamos juntos yo circulaba adelantado para evitar polvaredas.
Un par de horas más tarde, paramos en una casita donde habia un camión fuera aparcado. Todo pintaba que parábamos a desayunar. Tenía dos habitaciones rectangulares. Una con mesas y sillas en el centro para comer y camas en los laterales. La otra era la de los propietarios con una cocina, y una zona habitable. Aquel hostal era el que yo tenía que haber encontrado por la noche. De pasar por allí seguro que no hubiera parado. Desde el exterior es imposible saber qué es y menos de noche sin ningún tipo de iluminación.


Nos preguntaron si comeríamos y me apunté a lo que todos pedían. Parecía que había una sola opción. Jordi no pudo ni desayunar. Se encontraba fatal. Entre la ciática y haber dormido sin poder estirar las piernas, el dolor en el pecho del posible esguince de costillas y los dedos del pié que ya habían cambiado a color azul oscuro y aumentado su volumen al doble, Jordi sólo quería ibuprofenos, paracetamol y tranquilidad.
Nos prepararon unas empanadillas de carne, cocidas al vapor buenísimas.
La única manera de cocinar y calentarse en las casas es quemando excrementos secos de los animales que pastan por la zona. No hay otro combustible posible.
Acabamos el desayuno bebiendo leche de camella otra vez, poniendo a prueba de nuevo mi regularidad estomacal.
Teníamos por delante unos 350Kms de pistas cada vez más montañosas hasta la frontera con Rusia y queríamos pasarla antes de las 18h, hora en la que los funcionarios de la aduana cierran ventanillas.
Durante gran parte del día circulé solo resiguiendo el track del gps.

Cruzando un puerto, encontré el paso superior bloqueado por la nieve. Estuve estudiando la manera de superarlo mucho rato, esperando que llegaran las dos furgonetas y que entre todos nos las ingeniaríamos para cruzar la lengua de hielo que impedía el paso.
Desde donde estaba tenía una impresionante vista de todo el valle. Al fondo había un enorme lago helado que antes de ascender hasta aquí tuve que rodear hasta encontrar un paso que me permitiera cruzarlo. La pista que ascendía hasta aquí desaparecía a tramos en los que tenias que ir monte a través hasta volver a encontrar una rodada. Las furgos no aparecieron y de hecho ya no las volví a ver hasta la frontera Rusa. Ellos tomaron alguna otra ruta para atravesar las montañas que mi track quería que visitara.
Barajé opciones para cruzar pero en todas ellas corría el riesgo de que la moto me patinase sobre el hielo y, o me quedara bloqueado o me fuera montaña abajo. Demasiado riesgo.
Finalmente, después de consultar el mapa de papel (imprescindible) sin encontrar ninguna pista marcada  decidí descender hasta el lago y buscar solución desde allí. Bajé monte a través cortando las vueltas y vueltas que daba la pista.
Impensable recorrer Mongolia con neumáticos de los que en casa llamamos mixtos (p.ej.Tourance), la opción Metzeler Karoo3 creo fue acertadísima y tuve ocasión de acordarme de ello cuando al llegar al lago otra vez, me metí en una zona embarrada y muy blanda de la que no sin esfuerzo pude atravesar gracias a no perder tracción.
Durante la bajada me encontré con un niño que llevaba un saco a cuestas y me acerqué a él. Estaba recogiendo ‘combustible’ (cacas de ganado secas). Le pregunté con signos cómo salir del valle dirección norte y indicó con el dedo resiguiendo por dónde podría pasar.
Me estaba separando kilómetros del track ‘seguro’ pero estaba disfrutando de mi etapa de navegación y aventura. Tenia que salir campo a través del valle o retroceder hasta encontrar la pista que las furgos debían haber tomado.

Esta es una de las sensaciones más enriquecedoras que he tenido durante el viaje. El hecho de estar sólo y tener que afrontar un problema que quizá desde casa parezca leve. Salir fuera del track me podía desplazar centenares de kms resiguiendo otro valle fuera de cualquier pista.
 

Aprendes a mantener la calma que es lo último que debes perder en situaciones donde se te pide ese poco más. Aquí en Mongolia sentí que acababa de salir del mundo 100% bajo control al que estamos acostumbrados. Ahora dependía sólo de mi mismo. No había carreteras, ni tracks de gps, ni caminos sobre el mapa, ni nadie a quien preguntar, ni coberturas de teléfono, ni nada…sólo la moto, yo y mi instinto.
Celebré internamente ser precavido y llevar 15 litros de gasolina extra, comida y todos los bártulos para ser independiente durante algunos días, la única brecha que encontré en mi análisis de la situación fue pinchar una rueda. No llevaba inflador. Pero eso no iba a suceder, verdad?

divendres, 5 de desembre del 2014

Altai (Gobi)





Descargamos la moto en Altai. En las afueras del pueblo encontramos un terraplén donde acercar el camioncillo para facilitar la descarga de la moto. Nos ayudaron a bajar los más de 300Kg varios jóvenes que se acercaron curioseando. En Denver, ataron la moto con una sola cuerda larga y tanto Jordi como yo creímos que la moto se movería o que tendríamos que parar para tensarla de nuevo, pero al descargarla nos dimos cuenta de que esta gente tienen esto muy  por la mano, no se habia movido nada.
Encontramos una Wi-Fi abierta para consultar en Internet y pudimos buscar varias opciones de hotel en la ciudad. Nos dirigimos al más económico y resultó ser bastante básico. Jordi pedía un poco mas de comodidad hoy. Fuimos hasta la segunda opción de Booking que resultó ser un buen hotel, caro para nuestro presupuesto pero esta noche merecíamos un plus de comodidad.
La moto tenia que dormir en la puerta del hotel pero estaba segura…habían cámaras! No se si lo he comentado antes pero en estas latitudes, la seguridad se mide por la cantidad de cámaras que estén enfocando…a nosotros no nos ha convencido eso nunca!
Descargamos lo imprescindible de la moto y mientras poníamos las motos siguiendo las indicaciones de recepción del hotel, bajo la mirada de una cámara de seguridad, vimos que a pocos metros y en la acera de enfrente habia una comisaría de policía. Dejamos de lado la efímera seguridad de la cámara y me dirigí a las dependencias policiales.
Intenté dar todas las explicaciones posibles para conseguir parking seguro y cada vez, mi interlocutor me remitía a un superior suyo. Acabé hablando con el Jefe, cargado de medallas y con la gorra más dorada de todos. Me invitaron a un café y me indicaron dónde podríamos dejar las motos para pasar la noche con seguridad.
Altai es una ciudad comercial, un punto de mucho tránsito de camiones y gente de paso, donde las motos corren más peligro que en cualquier pueblecito donde hubiéramos dormido anteriormente (descartando el que la propia policía nos invitó a abandonar en Rusia). Dentro del recinto policial las pudimos dejar cargadas y nosotros descansar tranquilos.

Después de una merecida ducha salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel para ver qué posibilidades habia para cenar y para intentar buscar un transporte que sacara la moto y a Jordi de Mongolia.
Expusimos el problema del transporte al propietario del Hotel y realizó diversas gestiones sin suerte en aquel momento pero nos dijo que seguiría realizando llamadas. Jordi estaba KO y se quedó en la habitación descansando y yo salí a intentar resolver el problema de mañana.
No es fácil en Altai dar con alguien que tenga una furgoneta suficientemente grande para cargar la GS y que además quiera ir hasta la frontera con Rusia a unos 750Kms por pistas de montaña.
Salí a la calle y empecé a preguntar a toda la gente con la que me cruzaba. Casi nadie sabía inglés y me resultó francamente complicado dar explicaciones convincentes de nuestro problema y de lo que necesitábamos. Paré a furgonetas en medio de la calle, camioncillos, taxistas,…,hablé con policías y no conseguí nada. En una de estas consultas al azar di con una chica que hablaba un poco de ingles y que me sirvió de intérprete para poder explicar mejor nuestras necesidades (Gracias Hulan!). Estuve varias horas y casi todo Altai ya sabia que habia un tipo por la calle preguntando por un transporte….
Volví al hotel sin tener noticias de ninguna posibilidad factible, pues la única era un chico que pedía una barbaridad de dólares.
Al rato llegó al hotel una señora que preguntó por nosotros. Era profesora de inglés. Explicaba que conocía una pareja que vivían cerca de la frontera rusa, que tenían una furgoneta, que eran taxistas, que ahora mismo estaban en Altai, que mañana salían hacia su casa sin pasajeros y que quizá nos podríamos entender en el precio del viaje!!!
Era exactamente lo que pedíamos, además ellos volvían a casa y el precio del viaje podía resultar interesante.
No hizo falta discutir demasiado el precio. Por unos 250$ llevaban la moto y a Jordi hasta Rusia. Ni preguntamos si cabría la moto en la furgoneta…..la haríamos caber como fuera!!!!
Por la mañana a las nueve estábamos desayunando cuando la señora con la que ayer habíamos pactado el transporte apareció en el comedor del hotel. Ahora ya con más calma nos explicó que ella no tenia nada que ver con quienes llevarían a Jordi hacia Rusia, eran solo amigos, pero que alguien le contó la tarde anterior que unos motoristas habían tenido un problema y que necesitaban un medio de trasporte. La táctica de ayer por la tarde habia dado su fruto. Nos presentó a la pareja con la que compartiríamos los próximos dos días. Jordi pagó lo que pidieron y nos dispusimos a meter la GS dentro de la furgoneta. Habían plegado las dos filas de asientos posteriores pero necesitaron desmontar un asiento de la siguiente hilera. Desatamos el petate que Jordi llevaba encima del transportín y la visera delantera porque la moto no entraba por altura. Finalmente la GS encajó con calzador dentro de la furgoneta. Igual que cuando la descargamos al llegar a Altai, al cargar furgoneta tuvimos ayuda de varios transeúntes curiosos. 

Las alarmas de nuestras motos, al desconectarlas emiten un pitido agudo, pero si por algún motivo se han activado, el tono del pitido cambia. Comprobamos así que durante esta noche algo les habia pasado, seguramente algunos policías curiosos debían haberse subido para hacerse alguna foto.  
En estos países la gente se ofrece para ayudar. La falta de costumbre te hace desconfiar un poco al principio pero te das cuenta que los raros somos nosotros, no cuesta nada echar una mano desinteresado a quien ves que lo necesita. Recordemos los motoristas de las ciudades rusas, Egor, ayudas para entender papeleo fronterizo, alojamiento en casas articulares, encontrar direcciones, comida, cargar/descargar moto, reparaciones, visitas guiadas… y más que nos iremos encontrando a lo largo del viaje y que iremos contando.
Jordi subió como pudo a la furgoneta, se acomodó en  el asiento delantero de la SsangYong y partieron hacia el oeste. Tres horas más tarde salí yo detrás de ellos después de visitar la comisaría de policía, aprovisionarme de agua y comida y llenar el depósito de la moto con gasolina de 80oct.
En moto se circula más deprisa en pistas y debía de alcanzarlos antes de acabar el día porque estaba previsto que dormiríamos juntos en una zona de girts a unos 400 kms de Altai.

Empezaba aquí el viaje en solitario. Ya no tenia a nadie en el intercomunicador que me diera conversación, nadie con quien comentar lo que iba viendo, nadie que me esperara ni a esperar en los cruces, nadie a quien seguir ni que me siguiera,…. Una sensación muy extraña después de haber compartido tanto y tantos kilómetros con Jordi. Tenía que tomármelo con más calma, ya no había nadie cerca para echarme una mano si lo necesitaba. Tenia que asegurar más cada paso, cada curva, cada bache, cada zona de arena,…
Por otro lado veía que para Jordi era la mejor salida, no podía continuar. Además habíamos quedado que una vez en Rusia acabaríamos de programar el resto del viaje y que si él no podía continuar haciendo tramos de arena, buscaríamos rutas alternativas o nos encontraríamos más adelante. Tampoco quería hablar demasiado con él del tema porque estaba suficientemente abatido por no poder realizar su sueño por problemas físicos.

Después de Altai el paisaje cambia. Las interminables planicies desérticas que habíamos cruzado se estaban ondulando cada vez más. A mi izquierda se elevaban picos nevados que rompían con la monotonía del Gobi. Empezaron a aparecer los primeros dromedarios. Era la primera vez que los veía en su hábitat y los inmortalicé fotografiándolos compulsivamente. Me acordé de los renos de Finlandia camino del Cabo Norte.
Los primeros que encuentras son la novedad, después pasan desapercibidos a no ser que te los encuentres en medio de la  carretera, dentro de un túnel,…

La ruta no varió demasiado respecto a los dos días anteriores. Pistas rápidas con zonas de arena, ondulados y decenas de pistas paralelas en mi dirección. Cada vez que veía una nube de polvo a lo lejos me desviaba hacia ella para darle caza y controlar que no adelantara la furgoneta que transportaba a Jordi.
Reposté 80oct. (o menos) en un pueblecito donde fui el centro de atención de varios motoristas mongoles. Ellos llevan motos chinas de 125cc de 4tiempos de marcas desconocidas por mí. Muchas de ellas tuneadas con dobles amortiguadores posteriores para aumentar la capacidad de carga, luces extras y altavoces. Varios de ellos me ofrecieron intercambiar montura pero al final no llegamos a trato. Tuve problemas para pagar la gasolina pues el encargado nunca habia cobrado con una tarjeta de crédito y no sabia cómo funcionaba el datáfono. Llamó al responsable varias veces y ni así lo veía claro, esto de que yo marchara sin dejar dinero en efectivo no le convencía. El idioma no ayudaba lo más mínimo. Finalmente pude presionar la tecla verde del datáfono, que era el paso donde estábamos bloqueados y que no me permitía manipular. El encargado vio cómo salía el ticket y tuvo que leérselo y revisar varias veces para quedar medio convencido de que habia pagado correctamente.
Compré agua y un tentempié en una tiendecita de la calle principal y seguí mi camino.
Vi a lo lejos una furgoneta parecida a la que transportaba a Jordi y me desvié hacia ella. Efectivamente eran ellos. Debían haber parado a descansar pero cuando me acerqué vi que salian unas piernas de debajo del motor. 


El conductor estaba reparando una avería y su mujer le iba dando las herramientas que pedía. Habia desmontado todo el frontal de la furgoneta hasta dejar el frontal del motor a la vista. No habia perdido ni una gota del agua del radiador y demostraba que esta operación la había hecho muchas veces antes. Jordi me explicó que se habia roto el rodamiento del tensor de la correa. Sin una ciudad para conseguir el recambio a menos de 400Kms a la redonda, qué posibilidad habia de reparar la furgoneta?
En pocos minutos el conductor tenia el rodamiento roto desmontado. Se habia partido la jaula y las bolas estaban bastante machacadas. Del interior de la furgoneta sacó otro rodamiento usado que llevaba de recambio. Allí mismo, en el suelo de arena, desmontó los dos rodamientos y montó uno a martillazos. Lo untó de grasa y nos miró sonriendo mostrándonos la pieza reparada. La montó, tensó la correa y el motor Mercedes arrancó como si nada hubiera pasado. Dudamos que resistiera mucho pero la verdad es que a día de hoy seguro que el rodamiento sigue en su sitio.
Hemos tenido a una clase magistral de solución y reparación de averías con medios limitados. No es la primera y tampoco será la última a la que asistamos. Aquí no hay asistencia, ni grúas, ni talleres y todo se acaba solucionando.
Caía la tarde y aún teníamos que llegar donde nos dijeron que dormiríamos esta noche. En Altai, la señora que nos encontró el transporte, no dijo que dormiríamos en un gerts y que estaba todo preparado para nosotros. Emprendimos la marcha. La taxi-furgoneta circulaba delante y yo los iba siguiéndolos a cierta distancia para evitar la polvareda. La pista no es que se complicara demasiado pero seguimos cruzando arenales. Las zonas mas blandas eran las propias roderas y a menudo rodaba por fuera del camino para evitarlas.

Empezamos a encontrar montañas y la pista ascendía y descendía descubriéndonos vistas y paisajes increíbles, de los más espectaculares que habia visto jamás teñidos por los últimos rayos del sol que nos habia acompañado todo el dia.
Llegamos al poblado donde teníamos que dormir cuando ya oscurecía.
Callejeamos unos kilómetros por calles llenas de arena y agujeros, entre muros que separaban casas tristonas con tejados de chapa. En el interior de los patios habia vehículos desguazados y montones de  chatarra. Paramos delante de un tiendecita de la que salió una pareja que saludaron al conductor de la furgoneta y a su mujer. Hablaron un buen rato y acabamos entrando dentro de la tienda donde nos dijeron que podíamos comprar la cena allí mismo. Me indicaron que la moto podía dormir en un patio contiguo y que nosotros dormiríamos allí mismo en el suelo. Esta noche no habría gerts, pero ya nos valía. La conversación continuaba y en varias ocasiones subió de tono aunque al no entender absolutamente nada no sabíamos lo que estaba pasando.
Vimos que la conversación se refería a mi y fue entonces cuando me dieron a entender que yo no podría dormir allí. Que el servicio de taxi-furgoneta era para Jordi y su moto pero que no contaban conmigo. El conductor de la furgoneta estaba sentado en un rincón de la tienda cabizbajo y su mujer seguía discutiendo a voces.
Me dijeron que a unos 80 kms de allí encontraría un lugar para poder dormir. En pocas palabras yo sobraba….

Gobi



Jordi lleva ya algunos días con alguna molestia física. Cuando llegamos a la isla de Oljón empezó a dolerle la ciática en una pierna. Mientras va en moto sentado o de pie no le molesta nada. El problema viene cuando se sienta en una silla y tiene que levantarse, el pobre ve las estrellas. Quien haya sufrido una ciática sabe de lo que hablamos, un dolor nervioso, eléctrico, que no amaina con nada y que limita cualquier actividad física.
Por Internet nos hemos puesto en contacto con uno de nuestros colaboradores, Ortopedia Maza, y Santi nos ha estado recomendando ejercicios y estiramientos para combatir este dolor. A parte de darnos la pauta de anti-inflamatorios a tomar para intentar solucionarlo.
Esta mañana parece que el dolor de Jordi es bastante agudo y yo mismo he tenido que sacarle la moto del parking donde la habíamos dejado la noche anterior. Todo esto empieza a preocuparnos un poco ya que nos esperan etapas duras físicamente y Jordi lo pasará mal. Un remedio seria parar y esperar a que la inflamación desapareciera pero no disponemos del tiempo que quisiéramos y decidimos continuar pese al doloroso contratiempo.
El hotel incluía un desayuno estándar de huevos fritos, pan y te (xai) y tras devorarlo salimos a llenar a tope los depósitos y los bidones extras ya que no sabemos lo que nos encontraremos de ahora en adelante. El asfalto termina justo en la entrada gasolinera, la salida ya es arena.
Esta es la primera vez que pisamos un desierto y nos lo tendremos que tomar con calma para ir rodando e ir tanteando la conducción sobre esta superficie.
En nuestro caso, en la zona del Gobi que atravesaremos, encontraremos pistas duras de piedra y grava, arena suelta y compactada, bancos de polvo, suelo ondulado,…, y un río que atravesar.
En mi caso, seguramente por no tener ninguna merma física, le cojo confianza bastante rápido y empiezo los tramos del Gobi incluso a demasiada velocidad. La moto va perfecta, pesa lo suyo pero subo un poco la precarga del amortiguador trasero intentando garantizar no hacer topes en algún badén. El problema de circular sobre este tipo de piso es que a baja velocidad la rueda de delante manda sobre la moto y acabas haciendo verdaderos esfuerzos para mantener una trazada recta. Vamos poniendo en práctica las técnicas que habíamos leído con atención sentados en el sofá de casa preparando el viaje. Que si el peso atrás, que si  vigila esto…que vigila lo otro…nuestra experiencia nos dice ahora que ante las adversidades…GAS!!
Cuando vas despacio la rueda de delante se intenta clavar en los suelos blandos y es cuando empieza a zigzaguear y tú a sudar. Dar un poco de gas y buscar que la moto traccione hace que el peso  recaiga sobre la rueda trasera, liberando la delantera, haciendo que desaparezcan esos movimientos tan peligrosos. Lo decimos así porque la experiencia nos dice que son peligrosos, vamos, que si no intentas poner remedio vas al suelo.
La banda de rodadura de los Metzeler Karoo3 consta de gruesos tacos transversales en forma de pala y nos ha proporcionado en todas las situaciones un gran agarre, tanto traccionando en arena como rodando por pistas duras y asfalto.  Agradecer desde aquí a Neumáticos Trullas y al mismo Metzeler que nos ayudaran a elegirlos. Tema neumáticos y material le dedicaremos un post a parte.
Se me olvidaba, para rodar con seguridad en offroad hay que ir de pie todo el rato, sentarse significa desplazar peso delante, que se hunda la rueda y que empiecen los meneos.

Empezamos  el desierto a ritmos diferentes pero al ir intercomunicados no tuvimos ningún problema de perdernos, bien al contrario, el que iba delante podía ir avisando de lo que se encontraba en el camino y de los mejores desvíos a tomar.

En este desierto no hay una sola pista que vaya hasta tu destino, hay decenas de pistas paralelas. A menudo te cruzas con camiones y vehículos que circulan en pistas a centenares de metros.
Mongolia parece dividida en dos. La parte de Ulan Bator, que es la capital, es la más desarrollada y se suministra principalmente de Rusia. Al oeste está la barrera natural del Gobi. Así y todo hay valientes transportistas que atraviesan estas exigentes pistas destrozando sus vehículos. Son verdaderos mecánicos al volante porque tienen que reparar averías, que nuestros mecánicos tardarían un par de días, en un rato y utilizando piezas de repuesto usadas o adaptadas. Mas adelante veréis como se cambia un rodamiento de un tensor de una correa, reconstruyéndolo partiendo de rodamientos hechos polvo.

Nuestro amigo Ignasi Calvo de GR11.net nos habia informado de lo que nos deparaba la travesía del Gobi y tal y como nos contó a unos 200kms de al última gasolinera encontramos arena, mucha arena.

Jordi tuvo algunos sustos antes de llegar a la arena pero fue solventándolos y cogiendo seguridad. Pasé uno de los primeros tramos de arena y paré un poco mas adelante. Por el intercomunicador avisé a Jordi que tuviera cuidado y intenté orientarle para que pasara la zona por la parte mas dura. Nadie contaba que habia una piedra escondida entre la arena y fue a darse contra ella dando casi una vuelta de campana, lanzando a Jordi al suelo y cayéndole la moto encima de él. No vi la caída pero escuche la locución del trompazo en directo.

Volví atrás tan rápido como pude y pude ver a Jordi rebozado, escupiendo arena de rodillas al lado de la moto. La GS habia dado la vuelta entera y estaba mirando la dirección contraria. Jordi se puso en pie y me dijo que habia perdido una lentilla, la encontramos pero ya no tenia remedio. Se quejaba de un pié y de un golpe en el pecho. Parecía que la caída solo le habia magullado pero habia sido mas fuerte de lo que pensamos en un primer momento y las consecuencias serian importantes más adelante.

La moto tenia el pico roto, la defensa del cilindro doblada, el retrovisor arrancado y habia perdido el cristal de uno de los focos led. Verdaderamente Jordi habia caído en una trampa difícil de superar. Arena muy fina, roderas y un pedrusco de unos 5 kg.

Según nuestros planes a 20 kms teníamos que vadear un río y decidimos que seria un buen lugar para descansar y reponer fuerzas.
Parece increíble encontrarse un río en medio de un desierto. En el lado izquierdo hay una serie de girts con variada oferta de comida y alojamiento. Vemos también camiones, furgonetas y tractores que, si no te ves capaz de superar el río, pagando te pasan al otro lado si mojarte. Al llegar nos ofrecieron la posibilidad de pasar la moto pero el precio era alto. Kilómetros antes preguntamos a un par de vehículos que pararon para interesarse por el estado de Jordi en la zona de la caída y nos dijeron lo que habían pagado ellos para que los remolcaran para cruzar el río con el motor parado y era unas tres veces menos de lo que nos pedian a nosostros.
Estuvimos mirando cual era la zona que menos cubría fijándonos en algún camión que pasó. Con nosotros estaban dos conductores de camión que parecía estaban descansando. Uno de ellos hablaba inglés y nos indicó un zigzag dentro del rio que debíamos hacer para pasar por la zona buena. Hasta le pidió al otro conductor, que resultó ser su hermano pequeño, que pasara con el camión y que nos convenciéramos que no era tan complicado.
El principal problema era que entrara agua por la toma de aire del motor, que está justo encima del cilindro derecho. Por lo que vimos el agua no cubría lo suficiente como para tener problemas. Llevábamos un tubo de más de un metro para montarlo a modo de ´snorkel´ expresamente para este vadeo pero no lo vimos necesario. Me armé de valor, encaré la moto y empecé a cruzar el río. Una cosa es ver el zigzag desde la orilla y la otra es ir sorteando piedras e intentar coger alguna referencia de donde girar. Resultó que hice el zigzag demasiado largo y la GS empezó a tragar agua hasta que se paró. De hecho la sensación que tuve es que se habia calado pues ya estaba casi en la otra orilla. Le di un toque de botón de arranque pero al instante noté que no estaba calada…estaba inundada.
Unos cuantos de los que estaban en la otra orilla mirando como intentaba el vadeo se metieron en el agua para venir a echarme una mano y sacar la moto. Yo solo no hubiera podido. Entre los que vinieron estaban los que hacían negocio pasando vehículos. Entre todos la sacamos y la dejamos en tierra firme. Como ya se habían metido en el río, pasaron la moto de Jordi empujando con el motor parado sin más problema.
Para vaciar el motor de agua lo único que hay que hacer es sacar las bujías de los dos cilindros y darle al motor de arranque para que escupa el agua que ha entrado. Se secan un poco las bujías antes de montarlas de nuevo y en principio arranca. Tuvimos que repetir la operación un par de veces pues parece que le costó mas de la cuenta escupir toda el agua. Arrancó a trompicones pero los presentes, acostumbrados a este tipo de incidente, aseguraron que cuando en motor se calentara volvería a ir redondo. Y así fue.
Antes de despedirnos les ofrecimos unas galletas de chocolate a forma de agradecimiento por haberse tenido que mojar por nosotros y acabamos con los dos paquetes que llevábamos. Nos despedimos de los hermanos de los camiones sin saber que nos volveriamos a encontrar. 
Jordi parecía que iba mas seguro y rodaba deprisa sobre la pista dura, pero volvimos a encontrar zonas de arena y tubo una segunda caída. Igual que en la primera, la moto quedó girada pero parecía que Jordi no se habia hecho daño esta vez.
Encontré mas adelante al hermano pequeño de los chóferes con los que habíamos cruzado el río con el camión averiado y avisé a Jordi que estaba parado por si hacia falta echar una mano al chico. A unos 50 metros de donde estábamos, Jordi tuvo la tercera caída. La moto quedó del revés otra vez y Jordi se hizo daño en un pié. Ya no podía más. Llevábamos 230kms de Gobi y Jordi estaba agotado. Tan cansado que ya no era capaz de conducir la moto con seguridad.
Al chico del camión se le habia roto el tornillo que fija la barra de dirección y nos dijo que no le podíamos ayudar y que si encontrábamos a su hermano le dijéramos dónde estaba.
A unos 8 kms vimos el otro camión parado y le explicamos la avería que habia tenido su hermano. Nos indicó que a unos 20kms habia Denver, un pueblo con gasolinera.
Al llegar al poblado paramos justo en la entrada y pudimos ver que estaba formado por unas 20 girts y un par de sencillas casitas. Vino una señora hasta donde estábamos y nos ofreció sitio para dormir a muy buen precio. La primera opción era compartir girts con la familia y la segunda opción que nos ofrecieron fue que la propietaria de una de las casitas se fuera a dormir al girts de su hermana y fuéramos nosotros quieres durmiéramos en su casa. Esta opción era al mismo precio y nos decantamos por ocupar la casa. Nos ofrecieron cena y nos trajeron sopa Lagman muy buena, que repetiríamos para desayunar pues era el único plato de la ‘carta’.


Ya muy tarde llegaron los dos hermanos camioneros y estuvimos charlando un rato de los problemas que tienen para atravesar tan duro recorrido.
A dormir y a reposar, a ver si mañana Jordi se levanta menos dolorido y con mas ánimos, aunque lleva ya unas cuantas horas anunciando su abandono....
Por la mañana, después del Lagman de desayuno, Jordi me pidió si podíamos intentar encontrar la manera de salir el Gobi con una furgoneta. Empezamos las gestiones y no costó demasiado que viniera una pequeño camión con la caja abierta donde subir la moto de Jordi y llevarla junto con él hasta Altai.





Saliendo de Denver a unos 25kms empezaba una carretera de asfalto nuevo pero aun y así Jordi agradeció no haber de conducir más la moto.
Una vez en Altai descargamos la moto y empezamos las gestiones para encontrar hotel. Después de dar varias vueltas y de encontrar alguno económico, decidimos descansar bien pagando el hotel más caro y poder tomar una merecida ducha después de dos días en el Gobi. 










dimarts, 3 de juny del 2014

Camino del Gobi



La etapa de hoy tendría que haber sido tranquila. Se trataba de salir de UlanBator y dirigirnos hacia el Gobi. La idea era hacer todos los kilómetros de asfalto, dormir y por la mañana empezar el ‘asalto’.
Circulábamos relajados charlando por los intercomunicadores y vimos bastantes coches parados en el arcén, bastante gente y lo que parecía un mercado de animales vivos.  Paramos para ver de que se trataba, siempre es interesante poder observar las costumbres. Nos fijamos en un par de individuos que tenían una oveja inmovilizada en el suelo y que parecía que iban a esquilar. Uno de los individuos empezó a rapar al animal por el pecho y dejo las tijeras de lado. Nos quedamos de piedra de lo que vimos a continuación….Lo contamos? (+18)
El tipo con un cuchillo le hizo un corte al animal donde le habia cortado la lana y con gran habilidad le hundió la mano en la herida para lo que suponemos fue agarrar algún órgano vital y matar al pobre bicho. Seguramente el matarife buscó el corazón. El animal pataleó un rato,  sacó la mano de la herida chorreando de sangre y el pobre bicho quedó moribundo, tocado y hundido… Sin decirnos nada apretamos el botón de arranque casi simultáneamente y nos fuimos impactados por la escena.
No sabemos si los animales sufren mas siendo sacrificados así o tal y como lo hacemos en nuestras tierras, pero tardamos varios minutos en romper el silencio del intercomunicador.

Ya entrada la tarde y recuperados del impacto matinal, en medio de una curva abierta vimos de lejos varios vehículos en medio de la calzada, pero en estos países es normal que cuando necesitan ocupar los carriles por obras o alguna reparación lo hagan sin más, por eso tampoco le dimos importancia. Como ya sabéis Jordi y yo circulamos conectados por intercomunicadores, exactamente los Midland BTX2 de COMRIDER. Ha sido una de las mejores elecciones de material que hemos hecho. Podemos irnos advirtiendo de los obstáculos, hacer adelantamientos seguros y vamos de cháchara todo el rato!
Al acercarnos al obstáculo vimos de se trataba de un accidente de tráfico. Una pick up i un turismo habían chocado casi de frente. Los dos tenían el golpe en la parte frontal derecha y daños mucha consideración, además vimos un chico tumbado en la cuneta y nadie le atendía. De inmediato paramos.
El chico que habia en el suelo fue al que primero atendimos. Tenía heridas en la cabeza y brazos. Se quejaba del brazo derecho y nos dimos cuenta que lo tenia partido. Con ayuda de unos perfiles de pvc y las vendas de nuestro botiquín, le entablillamos el brazo inmovilizándoselo lo máximo que pudimos. Lo abrigamos y intentamos tranquilizarlo. Dentro del turismo habían dos mujeres, una con un brazo roto y posiblemente la pierna y la otra con el brazo y la mandíbula partida. También un hombre que parecía estar mejor pero que al rato empezó a sangrar por una oreja. Ya veis que nos encontramos un buen ‘show’.
Hicimos lo que pudimos con todos/as mientras reclamábamos ambulancias ante la pasividad de los cuatro conductores que habían parado.
Casi dos horas después llegaron dos furgonetas, pararon cerca y bajaron cuatro señoras, dos conductores y un chaval joven de uniforme. Las señoras llevaban una especie de patucos blancos por lo que supusimos que eran enfermeras. El chaval era policía y no sabia ni que hacer pero hizo acto de presencia. Le dijimos quien éramos y lo que habíamos visto y hecho esperando que nos pidiera algún tipo de dato para hacer su informe del batacazo pero nos dijo que ya podíamos irnos. Los dos conductores pasaron a ampliar el número de curiosos.




Nos fuimos hacia las motos mientras las enfermeras atacaban a los accidentados con agujas y jeringas, pobres… mal país para tener que ser asistido de urgencia.
Habiamos 'perdido' bastante tiempo en el accidente y ya no llegamos a la ciudad donde queriamos buscar hotel así que pusimos el radar en marcha para intentar localizar donde pasar la noche.
Como de costumbre, van pasando los kilómetros y no aperece ningún rotulo de hotel, de hecho no vimos ni una triste gasolinera donde preguntar y recibir la ya conocida respuesta de: '20 kms patom'...
Al atravesar un zona con cuatro casas mal contadas vimos dos surtidores de gasolina y una chica salia de la caseta. Le preguntamos si sabia de algún lugar cercano donde pasar la noche y nos dijo que no habia problema, que su madre tenia un HOTEL!!
Vaya suerte la nuestra! habiamos ido a preguntar a la persona adecuada. Nos acompañó a la caseta junto a los postes de gasolina (80oct. y diesel) y salió su madre. La mujer nos señaló con el dedo la parte alta de otra caseta que habia allí mismo. Parecia que bajo tejado tenian adecuada una habitación para tipos inútiles que buscan hotel a horas intempestivas lejos de cualquier nucleo habitado....osea, nosotros.
El precio fué rápido de pactar. Barato. Y la señora nos dijo que nos haria cena, además nos la llevaría hasta la habitación. Le preguntamos si habia enchufes para poder recargar todos los aparatos electrónicos que usamos y nos dijo que la electricidad llegaría por allí las ocho de la tarde. Quedaban minutos, perfecto!
La habitación era grande como toda la planta de la caseta y la señora nos preparó dos camas mientras descargabamos el equipaje. El sitio era amplio, limpio, barato y con el WC a 200 metros campo a través. A las ocho no llegó la corriente y fuimos a preguntar a la gasolinera. A las nueve llegará. Nos instalamos y inspecionamos el lugar. A la gasolinera paraban a repostar los vecinos del diseminado. Camiones con motor a gasolina, furgonetas,.., y motos!



Eramos la atracción del momento. Bueno, nosotros no! las dos GS's! Todos venian a verlas y curioseaban las suspensiones, maletas,... " acuda? cudá? money dolar? avion? y con el dedo indicando cuanto corre?.."
Pasó el rato y a las nueve no llegó la electricidad. La que llegó fué la señora con una olla de Lagman. 
Lagman es una sopa típica de UlanUde de carne, col, patata, zanahoria y fideos. Al igual que la Borsh, la hemos ido probando a lo largo de los kilómetros y en cada zona la adaptan a sus gustos. De hecho cunado paras a comer o cenar, sólo se pide un plato y una sopa de este estilo es para ellos plato único. Les cuesta entender cunado a veces hemos pedido primer y segundo plato. Otra curiosidad es que ellos paran a comer, les sirven, comen y se van. La parada es de 10 minutos máximo y no como nosotros en nuestras tierras que comer es una operación que a menudo se alarga mas de una hora o mas.
Cenamos a la luz de una linterna led y nos dijeron que de las 23 no pasaba que llegaba.... Acabamos de cenar y nos dispusimos resignados a recargarnos nosotros durmiendo, los aparejos electrónicos tendrian que soportar un dia mas tirando de bateria.
A la mañana siguiente amaneció todo nevado. Por la carretera (pista de tierra) no circulaba ningún vehículo y temimos no poder continuar. Nos pusimos en marcha enfundados en nustros trajes de agua rumbo a Bayankhongor, nuestra meta del dia.
Llegamos a Bayankhongor a buena hora para buscar hotel. Una vez instalados decidimos salir a inspeccionar la zona a pie. A menudo se nos hace difícil saber qué venden en una tienda y la mejor manera de saberlo es entrar y comprobar lo que ofrecen. Desde fuera parecen cerradas, no tienen cristaleras y las puertas son macizas. Los rótulos, hasta que no te los aprendes, tampoco ayudan, así que entramos en todas y cada una de las que vimos. Siempre encuentras curiosidades y maneras distintas de ofrecer los productos a los que estamos acostumbrados. Una visita a un supermercado te da una visión de qué consumen los habitantes de la zona.
Cenamos en el mismo hotel y a dormir.