Descargamos
la moto en Altai. En las afueras del pueblo encontramos un terraplén donde
acercar el camioncillo para facilitar la descarga de la moto. Nos ayudaron a
bajar los más de 300Kg varios jóvenes que se acercaron curioseando. En Denver,
ataron la moto con una sola cuerda larga y tanto Jordi como yo creímos que la
moto se movería o que tendríamos que parar para tensarla de nuevo, pero al
descargarla nos dimos cuenta de que esta gente tienen esto muy por la mano, no se habia movido nada.
Encontramos
una Wi-Fi abierta para consultar en Internet y pudimos buscar varias opciones
de hotel en la ciudad. Nos dirigimos al más económico y resultó ser bastante
básico. Jordi pedía un poco mas de comodidad hoy. Fuimos hasta la segunda
opción de Booking que resultó ser un buen hotel, caro para nuestro presupuesto
pero esta noche merecíamos un plus de comodidad.
La moto
tenia que dormir en la puerta del hotel pero estaba segura…habían cámaras! No
se si lo he comentado antes pero en estas latitudes, la seguridad se mide por
la cantidad de cámaras que estén enfocando…a nosotros no nos ha convencido eso
nunca!
Descargamos
lo imprescindible de la moto y mientras poníamos las motos siguiendo las
indicaciones de recepción del hotel, bajo la mirada de una cámara de seguridad,
vimos que a pocos metros y en la acera de enfrente habia una comisaría de
policía. Dejamos de lado la efímera seguridad de la cámara y me dirigí a las
dependencias policiales.
Intenté dar
todas las explicaciones posibles para conseguir parking seguro y cada vez, mi
interlocutor me remitía a un superior suyo. Acabé hablando con el Jefe, cargado
de medallas y con la gorra más dorada de todos. Me invitaron a un café y me
indicaron dónde podríamos dejar las motos para pasar la noche con seguridad.
Altai es
una ciudad comercial, un punto de mucho tránsito de camiones y gente de paso,
donde las motos corren más peligro que en cualquier pueblecito donde hubiéramos
dormido anteriormente (descartando el que la propia policía nos invitó a
abandonar en Rusia). Dentro del recinto policial las pudimos dejar cargadas y
nosotros descansar tranquilos.
Después de
una merecida ducha salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel para
ver qué posibilidades habia para cenar y para intentar buscar un transporte que
sacara la moto y a Jordi de Mongolia.
Expusimos
el problema del transporte al propietario del Hotel y realizó diversas
gestiones sin suerte en aquel momento pero nos dijo que seguiría realizando
llamadas. Jordi estaba KO y se quedó en la habitación descansando y yo salí a
intentar resolver el problema de mañana.
No es fácil
en Altai dar con alguien que tenga una furgoneta suficientemente grande para
cargar la GS y que
además quiera ir hasta la frontera con Rusia a unos 750Kms por pistas de
montaña.
Salí a la
calle y empecé a preguntar a toda la gente con la que me cruzaba. Casi nadie
sabía inglés y me resultó francamente complicado dar explicaciones convincentes
de nuestro problema y de lo que necesitábamos. Paré a furgonetas en medio de la
calle, camioncillos, taxistas,…,hablé con policías y no conseguí nada. En una
de estas consultas al azar di con una chica que hablaba un poco de ingles y que
me sirvió de intérprete para poder explicar mejor nuestras necesidades (Gracias Hulan!). Estuve
varias horas y casi todo Altai ya sabia que habia un tipo por la calle
preguntando por un transporte….
Volví al
hotel sin tener noticias de ninguna posibilidad factible, pues la única era un
chico que pedía una barbaridad de dólares.
Al rato
llegó al hotel una señora que preguntó por nosotros. Era profesora de inglés.
Explicaba que conocía una pareja que vivían cerca de la frontera rusa, que tenían
una furgoneta, que eran taxistas, que ahora mismo estaban en Altai, que mañana
salían hacia su casa sin pasajeros y que quizá nos podríamos entender en el
precio del viaje!!!
Era exactamente
lo que pedíamos, además ellos volvían a casa y el precio del viaje podía
resultar interesante.
No hizo
falta discutir demasiado el precio. Por unos 250$ llevaban la moto y a Jordi
hasta Rusia. Ni preguntamos si cabría la moto en la furgoneta…..la haríamos
caber como fuera!!!!
Por la
mañana a las nueve estábamos desayunando cuando la señora con la que ayer habíamos
pactado el transporte apareció en el comedor del hotel. Ahora ya con más calma
nos explicó que ella no tenia nada que ver con quienes llevarían a Jordi hacia
Rusia, eran solo amigos, pero que alguien le contó la tarde anterior que unos
motoristas habían tenido un problema y que necesitaban un medio de trasporte.
La táctica de ayer por la tarde habia dado su fruto. Nos presentó a la pareja con
la que compartiríamos los próximos dos días. Jordi pagó lo que pidieron y nos
dispusimos a meter la GS
dentro de la furgoneta. Habían plegado las dos filas de asientos posteriores
pero necesitaron desmontar un asiento de la siguiente hilera. Desatamos el
petate que Jordi llevaba encima del transportín y la visera delantera porque la
moto no entraba por altura. Finalmente la
GS encajó con calzador dentro de la furgoneta. Igual que
cuando la descargamos al llegar a Altai, al cargar furgoneta tuvimos ayuda de varios
transeúntes curiosos.
Las alarmas
de nuestras motos, al desconectarlas emiten un pitido agudo, pero si por algún
motivo se han activado, el tono del pitido cambia. Comprobamos así que durante
esta noche algo les habia pasado, seguramente algunos policías curiosos debían
haberse subido para hacerse alguna foto.
En estos
países la gente se ofrece para ayudar. La falta de costumbre te hace desconfiar
un poco al principio pero te das cuenta que los raros somos nosotros, no cuesta
nada echar una mano desinteresado a quien ves que lo necesita. Recordemos los
motoristas de las ciudades rusas, Egor, ayudas para entender papeleo fronterizo,
alojamiento en casas articulares, encontrar direcciones, comida, cargar/descargar
moto, reparaciones, visitas guiadas… y más que nos iremos encontrando a lo
largo del viaje y que iremos contando.
Jordi subió
como pudo a la furgoneta, se acomodó en
el asiento delantero de la
SsangYong y partieron hacia el oeste. Tres horas más tarde
salí yo detrás de ellos después de visitar la comisaría de policía,
aprovisionarme de agua y comida y llenar el depósito de la moto con gasolina de
80oct.
En moto se
circula más deprisa en pistas y debía de alcanzarlos antes de acabar el día
porque estaba previsto que dormiríamos juntos en una zona de girts a unos 400
kms de Altai.
Empezaba
aquí el viaje en solitario. Ya no tenia a nadie en el intercomunicador que me
diera conversación, nadie con quien comentar lo que iba viendo, nadie que me
esperara ni a esperar en los cruces, nadie a quien seguir ni que me siguiera,….
Una sensación muy extraña después de haber compartido tanto y tantos kilómetros
con Jordi. Tenía que tomármelo con más calma, ya no había nadie cerca para
echarme una mano si lo necesitaba. Tenia que asegurar más cada paso, cada
curva, cada bache, cada zona de arena,…
Por otro
lado veía que para Jordi era la mejor salida, no podía continuar. Además habíamos
quedado que una vez en Rusia acabaríamos de programar el resto del viaje y que
si él no podía continuar haciendo tramos de arena, buscaríamos rutas
alternativas o nos encontraríamos más adelante. Tampoco quería hablar demasiado
con él del tema porque estaba suficientemente abatido por no poder realizar su
sueño por problemas físicos.
Después de
Altai el paisaje cambia. Las interminables planicies desérticas que habíamos
cruzado se estaban ondulando cada vez más. A mi izquierda se elevaban picos
nevados que rompían con la monotonía del Gobi. Empezaron a aparecer los
primeros dromedarios. Era la primera vez que los veía en su hábitat y los inmortalicé
fotografiándolos compulsivamente. Me acordé de los renos de Finlandia camino
del Cabo Norte.
Los
primeros que encuentras son la novedad, después pasan desapercibidos a no ser
que te los encuentres en medio de la
carretera, dentro de un túnel,…
La ruta no
varió demasiado respecto a los dos días anteriores. Pistas rápidas con zonas de
arena, ondulados y decenas de pistas paralelas en mi dirección. Cada vez que
veía una nube de polvo a lo lejos me desviaba hacia ella para darle caza y
controlar que no adelantara la furgoneta que transportaba a Jordi.
Reposté
80oct. (o menos) en un pueblecito donde fui el centro de atención de varios
motoristas mongoles. Ellos llevan motos chinas de 125cc de 4tiempos de marcas desconocidas
por mí. Muchas de ellas tuneadas con dobles amortiguadores posteriores para
aumentar la capacidad de carga, luces extras y altavoces. Varios de ellos me
ofrecieron intercambiar montura pero al final no llegamos a trato. Tuve
problemas para pagar la gasolina pues el encargado nunca habia cobrado con una
tarjeta de crédito y no sabia cómo funcionaba el datáfono. Llamó al responsable
varias veces y ni así lo veía claro, esto de que yo marchara sin dejar dinero
en efectivo no le convencía. El idioma no ayudaba lo más mínimo. Finalmente
pude presionar la tecla verde del datáfono, que era el paso donde estábamos
bloqueados y que no me permitía manipular. El encargado vio cómo salía el
ticket y tuvo que leérselo y revisar varias veces para quedar medio convencido
de que habia pagado correctamente.
Compré agua
y un tentempié en una tiendecita de la calle principal y seguí mi camino.
Vi a lo
lejos una furgoneta parecida a la que transportaba a Jordi y me desvié hacia
ella. Efectivamente eran ellos. Debían haber parado a descansar pero cuando me
acerqué vi que salian unas piernas de debajo del motor.
El conductor estaba reparando una avería y su mujer le iba dando las herramientas que pedía. Habia desmontado todo el frontal de la furgoneta hasta dejar el frontal del motor a la vista. No habia perdido ni una gota del agua del radiador y demostraba que esta operación la había hecho muchas veces antes. Jordi me explicó que se habia roto el rodamiento del tensor de la correa. Sin una ciudad para conseguir el recambio a menos de 400Kms a la redonda, qué posibilidad habia de reparar la furgoneta?
El conductor estaba reparando una avería y su mujer le iba dando las herramientas que pedía. Habia desmontado todo el frontal de la furgoneta hasta dejar el frontal del motor a la vista. No habia perdido ni una gota del agua del radiador y demostraba que esta operación la había hecho muchas veces antes. Jordi me explicó que se habia roto el rodamiento del tensor de la correa. Sin una ciudad para conseguir el recambio a menos de 400Kms a la redonda, qué posibilidad habia de reparar la furgoneta?
En pocos
minutos el conductor tenia el rodamiento roto desmontado. Se habia partido la
jaula y las bolas estaban bastante machacadas. Del interior de la furgoneta
sacó otro rodamiento usado que llevaba de recambio. Allí mismo, en el suelo de
arena, desmontó los dos rodamientos y montó uno a martillazos. Lo untó de grasa
y nos miró sonriendo mostrándonos la pieza reparada. La montó, tensó la correa
y el motor Mercedes arrancó como si nada hubiera pasado. Dudamos que resistiera
mucho pero la verdad es que a día de hoy seguro que el rodamiento sigue en su
sitio.
Hemos
tenido a una clase magistral de solución y reparación de averías con medios
limitados. No es la primera y tampoco será la última a la que asistamos. Aquí
no hay asistencia, ni grúas, ni talleres y todo se acaba solucionando.
Caía la
tarde y aún teníamos que llegar donde nos dijeron que dormiríamos esta noche.
En Altai, la señora que nos encontró el transporte, no dijo que dormiríamos en
un gerts y que estaba todo preparado para nosotros. Emprendimos la marcha. La
taxi-furgoneta circulaba delante y yo los iba siguiéndolos a cierta distancia
para evitar la polvareda. La pista no es que se complicara demasiado pero
seguimos cruzando arenales. Las zonas mas blandas eran las propias roderas y a
menudo rodaba por fuera del camino para evitarlas.
Empezamos a
encontrar montañas y la pista ascendía y descendía descubriéndonos vistas y
paisajes increíbles, de los más espectaculares que habia visto jamás teñidos
por los últimos rayos del sol que nos habia acompañado todo el dia.
Llegamos al
poblado donde teníamos que dormir cuando ya oscurecía.
Callejeamos
unos kilómetros por calles llenas de arena y agujeros, entre muros que
separaban casas tristonas con tejados de chapa. En el interior de los patios
habia vehículos desguazados y montones de
chatarra. Paramos delante de un tiendecita de la que salió una pareja
que saludaron al conductor de la furgoneta y a su mujer. Hablaron un buen rato
y acabamos entrando dentro de la tienda donde nos dijeron que podíamos comprar
la cena allí mismo. Me indicaron que la moto podía dormir en un patio contiguo
y que nosotros dormiríamos allí mismo en el suelo. Esta noche no habría gerts,
pero ya nos valía. La conversación continuaba y en varias ocasiones subió de
tono aunque al no entender absolutamente nada no sabíamos lo que estaba
pasando.
Vimos que
la conversación se refería a mi y fue entonces cuando me dieron a entender que
yo no podría dormir allí. Que el servicio de taxi-furgoneta era para Jordi y su
moto pero que no contaban conmigo. El conductor de la furgoneta estaba sentado
en un rincón de la tienda cabizbajo y su mujer seguía discutiendo a voces.