Ulan Ude es una urbe
enorme con un tráfico muy denso. La hemos tenido que atravesar completamente.
Estamos en un país en el que las ciudades están creciendo mucho, lo vemos en
que hay muchos edificios nuevos y en construcción pero están olvidando las infraestructuras
necesarias para absorber el aumento de población y por tanto de tráfico rodado. ( http://es.wikipedia.org/wiki/Ul%C3%A1n-Ud%C3%A9 )
Después de circular por
medio de montañas y zonas inhóspitas cuesta de golpe adentrarse en una gran
ciudad, llena de trampas en el asfalto, tráfico denso y agresivo.
Nuestro objetivo en Ulan
Ude es ver la gigantesca cabeza de Lenin que hay en el centro. Aparcamos en la
plaza justo delante del busto. Durante el viaje hemos ido viendo otros bustos
de Lenin pero este supera con creces los demás, es por eso que es el mayor del
mundo.
Mientras realizamos el ritual de sacarse guantes, casco, abrir
maletas,..., somos a menudo el centro de atención de la gente que nos ve. Al
principio del viaje la gente se sorprendía de nuestro destino, ahora es la
procedencia lo que les asombra. En Rusia “Acuda?” o de dónde vienes?, “Cudá?” o
dónde vas?.
Nos acercamos al "cabezón"
de Lenin para fotografiarlo de cerca y al volver a las motos nos esperaba un
tipo con pinta asiática. Decía ser del moto club de UlanBaatar pero que estaba
en UlanUde y que también era socio de este club. Nos explicó que el moto club
de la ciudad habia acogido a muchos motoristas en ruta y que disponían de camas
y ducha si queríamos pasar la noche allí. No nos pareció mala idea pero antes queríamos
visitar el monasterio budista que hay en la afueras de la ciudad. Nos dijo que
en la plaza donde estábamos habían diversas WiFi’s abiertas y que cuando volviéramos
de la visita, él se habría dado de alta en nuestro facebook y podríamos hablar
para quedar en el moto club. Le dimos nuestra tarjeta con las direcciones de
facebook, email,…, y nos fuimos a visitar Ivolginsk . ( http://en.wikipedia.org/wiki/Ivolginsky_Datsan
).
Este templo budista está
abierto a todo quien quiera visitarlo. En su interior vemos las sencillas
viviendas de sus habitantes y los coloridos templos. El recinto se visita por un camino empedrado
que va uniendo los diferentes puntos a visitar. Coincidimos con visitantes que creemos vienen con frecuencia. Giramos
alrededor del recinto en el sentido de las agujas del reloj y a partir de ahora
todo será en sentido horario y vamos siguiendo y copiando los movimientos de
nuestros guías esporádicos.
Nos cuentan que aquí hay
un monje que con solo verte y tomándote el pulso te dice de qué padeces y
puedes irte cargado de remedios naturales para tratar los males que te ha
encontrado.
Tomamos fotografías y
pasamos un par de horas deambulando entre coloridos templos, casas de madera,
tiendas de souvenirs y algún que otro monje, una visita interesante. Lastima
nuestra ignorancia sobre el budismo porque seguro que le habríamos sacado mucho
partido si hubiéramos conocido la simbología y tradiciones budistas.
Retrocedimos hasta UlanUde
para encontrarnos con el socio del moto club con el que habíamos quedado. En la
plaza nos conectamos a Internet pero no vimos que se hubiera “hecho amigo” el
chico motero. Nos lo tomamos con calma y aprovechamos para charlar con la
familia.
Pasó una hora y no teníamos
noticia de él. Decidimos tirar adelante hacia la frontera con Mongolia con la
intención de encontrar algún hotel durante el camino.
Paramos después de unos
60kms en un pueblo que nos pareció suficientemente grande como para disponer de
algún hotelito. En la gasolinera, preguntamos y nos indicaron que en el centro,
junto al Baikal Bank habia uno. Fuimos hasta el centro del pueblo y no fuimos
capaces de encontrarlo. Preguntamos y mientras intentaban guiarnos por señas
paró un vehiculo del que bajó un tipo grandote. Tenía cara de ser bonachón y
nos dijo como pudo que las motos no estarían seguras en la calle y que nos
guiaba hasta un lugar seguro. Atravesamos el pueblo en dirección contraria
hasta una especie de garaje donde un guardia de seguridad controlaba la zona.
Nos negoció 200 rublos por guardar la moto durante la noche. La opción era
correcta pero algo nos daba mala espina. Nos sentíamos demasiado observados por
la gente y grupos de jóvenes se giraban a nuestro paso y no era para saludar
como estábamos acostumbrados. Quedamos con el guardia que íbamos al hotel a
descargar y que después volvíamos a guardar las motos. En el camino hasta el
hotel vimos una comisaría de policía. Paramos a preguntar. Habia diversos tipos
de polis, Vestidos de camuflaje, con traje azul y unos de mas serios con una
especie de cazadora de piel lisa negra. Después de hacernos entender y
explicarles quien éramos nos dijeron que podríamos dejar las motos allí mismo
ya que estábamos en un pueblo bastante conflictivo. Les dimos las gracias y
fuimos hacia hotel, que aun no habíamos ni encontrado. Al parar las motos en la
puerta, en medio de una calle sin asfaltar que parecía extraída del una peli
del oeste, se nos acercaron unos chicos que se interesaron por nosotros.
‘Acuda? Cudá? ‘ que si pon la moto en
marcha, que a ver como suena si aceleras,…’ de pronto aparecieron dos policías
y los chicos se esfumaron al primer bufido policial. Estos agentes ya sabían
quien éramos y parecía que les habían enviado a ver cómo nos iban los trámites.
Mas en señas que hablando entendimos que no era bueno que nos quedáramos allí,
que peligraba nuestro equipaje y que también las motos ni que las cerráramos en
un patio interior que los del hotel ya nos habían abierto. Nos remitieron a
hacer los casi 200kms hasta la frontera con Mongolia y que allí encontraríamos
hotel y la tranquilidad necesaria.
Ipso facto agradecimos su
propuesta y salimos de allí pitando. En la carretera no vimos ningún hotel ni
pueblo, todo desierto, hasta que a nuestra izquierda encontramos un pequeño
restaurante.
Paramos a preguntar la posibilidad de dormir
allí y después de deliberar dentro de la cocina, salió el propietario y nos
dijo que nos quedáramos que no habría problema.
Aquí reside una familia
formada por Sasha, su mujer Tania, sus tres hijos y varias personas mas que creímos
fueran familiares.
Sasha nos mostró la que
seria nuestra habitación y vimos que estábamos ocupando la habitación de
alguien, vamos que alguien de la familia esta noche dormiría en algún sofá.
Sasha nos ofreció cenar y después nos ofreció prepararnos una sauna rusa a lo
que no pudimos negarnos.
La cena fue de platos típicos
de la zona, todos buenísimos. Estamos preparando un post especial “comida” en
la que podréis ver TODOS los platos que hemos probado.
La sauna era “hand made”
con maderas, aislantes, ladrillos y la caldera soldada por el propio Sasha.
Está en una caseta adjunta a la principal con una primera habitación con un par
de sofás y una mesa. Por una puerta hecha de tablones entras en el infierno! Teníamos
un barril enorme de agua helada, dos palanganas metálicas, un bote con mango de
madera para tirar agua sobre unas piedras calientes para generar vapor. Nos trajeron
varias ramas con hojas atadas entre sí formando una especie de escoba. Sasha
nos explicó qué debíamos hacer con todos los utensilios.
Cuando alguna vez tienes
oportunidad de hacer algo diferente y especial no pierdas la oportunidad, ésta fue
la nuestra y nos acordaremos de por vida. Tomamos una sauna rusa en el mejor de los lugares, en la propia
casa de un ruso amable y generoso.
Gracias Sasha, Tania y
familia.
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